Tan cósmicamente cercanos,
Tan encantados como el mar y la luna.
Tan anatómicamente electrificados.
con tanta tensión entre nuestras concavidades y convexidades.
Tan divinamente destinados,
tan ardientes como el fuego y la madera.
Tan irremediablemente acompañados,
tan alegres como un brindis con copas y burbujas.
Tan humanamente alejados,
tan fusionados como un hielo en un vaso de gaseosa.
Tan hormonalmente necesitados,
tan mojados como la lengua y la boca.
Tan geograficamente parecidos,
tan unificados como la yema y la clara de un huevo.
Tan físicamente acalorados,
tan arrimados como el corazón y la sangre.
Tan corporalmente atraidos,
tan coordinados como las agujas y el reloj.
Tan sexualmente correspondidos,
tan pecadores como Eva y la manzana.
Tan mentalmente sincronizados,
tan calentados como la pizza y la muzzarella.
Tan febrilmente amorosos,
tan románticos como las gotas y la lluvia.
Tan secretamente condicionados,
tan imaginativos como el papel y el lápiz.
Tan fogosamente adentrados,
tan comprometidos como el maestro y los alumnos.
Tan emocionalmente entrelazados,
tan mezclados como el Fernet y la Coca-cola.
Tan familiarmente separados,
tan florecidos como la semilla y la tierra.
Tan sentimentalmente unidos,
tan juntos como los resortes y el amortiguador.
Tan matrimonialmente prohibidos,
tan placenteros como los dedos y los masajes.
Tan medicamente problemáticos,
tan acompasados como el cuchillo y el tenedor.
Tantas coincidencias y tantas cosas en común,
tantos años tarde,
tanta física y tanta química.
Tanta combustión,
tanta sabiduría de Dios...
© 2008 María Laura Curzi
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