martes, 11 de mayo de 2010
O mistério do 42 / El Misterio del 42
No escribí este texto yo, sino que apenas lo traduzco, y para hacerlo correctamente les dejo la cita bibliográfica. Y les recomiendo la lectura de este libro, van a conocer un Ayrton Senna más personal.
MARTINS, Lemyr. Bastidores - O Mistério do 42. En su: Uma Estrela Chamada Senna / Una Estrella Llamada Senna. São Paulo. Editora Panda. 2001. pp. 116-119. ISBN: 85-87537-20-2
Ayrton Senna recibió el número 42 por mera casualidad. Pasó en la inscripción de la categoría Junior, la primera en la carrera de pilotos de kart, cuando la Federación Paulista suministró el númer ode acuerdo con el orden de inscripción. Ayrton en seguida tuvo simpatía por esos algorismos, a punto de se identificar mucho con ellos y ser por ellos identificado. Era llamado de 42 por todos los kartistas de Interlagos, e cuando más ganaba carreras y batía récords más incorporaba el 42.
Cierta vez me dijo que, aunque no supiese por qué, sentía que había una relación cabalística entre el 42 y la victoria. Admitía que esa identidad podía haber nacido por causa de la primera victoria. Tanto quedó decepcionado cuando no pudo usarlos en los campeonatos mundiales de kart en Europa, en los cuales el número de la matrícula era sorteado e él no paso de sub-campeón.
Volvió al kart brasileño e continuó ganando con el 42. En el día de la conquista del Paulista de 1976, un mecánico que nosotros solo conocíamos por el apodo de "Japa" se acercó a él y, en un tono que el piloto después me definió como de misterio e suplica, le pidió que abandonase el número 42. Ayrton no se sintió con coraje para retrucar. Quedó paralizado oyendo a Japa justificar el motivo de tal pedido:
—- El 42 es shi ni (shi es 4 y ni es 2), que en japonés, pronunciados juntos, forman la palabra "muerte".
Aquella revelación intrigó al piloto, lo que alentó a Japa a continuar la explicación:
—- Cuando un japonés cumple 41 años, entra en el yakudoshi, un período desgraciado. Para zafarse de la fase de malos augurios, el cumpleañero precisa recibir una gran fiesta espontánea de los amigos y retribuirla con la misma pompa cuando cumplir 42 años.
Ayrton Senna me contó la historia en 1989, cuando elogié su estrecha relación con el japonés Osamu Gotu, el ingeniero responsable por los potentes motores Honda que le dieron el tricampeonato mundial de F1, a bordo de los McLaren.
—— ¿Por qué te dicen el piloto más japonés del circo? Le pregunté, cuando fue tricampeón en 1991.
—— Debe ser porque creo en su trabajo y me esfuerzo por retribuir en la pista.
—— ¿Y en la creencias?, lo provoqué.
—— Bueno... ahí los respeto.
—— ¿Hasta el yakudoshi?
—— Eso ya es provocación... Pero aún tengo diez años para llegar a los 41. Hasta entonces resuelvo si acepto la fiesta y la retribuyo.
El 28 de abril de 2000, en los entrenamientos de la Indy, en Rio de Janeiro, me encontré con Japa. Estaba, lógicamente, veinte y tantos años más viejo, pero parecía centenario, un anciano, los cabellos largos apretados en una gorra azul rota y descolorida. Fue él quien me reconoció. Me saludó de lejos con sonrisas cortas y sencillos gestos de cabeza. Pasado un rato, me acordé de la historia del 42, lo busqué en el autódromo, pero aquella tarde no lo vi más.
Después de la carrera Japa se mostró nuevamente, y entonces fui rápido a su encuentro. Puedo haberme confundido, pero la impresión fue que él ya me esperaba. Gentilmente, comenzó a hablar sobre el asunto que yo tenía en la cabeza y que todavía no le había presentado.
—— Que pena, pero lo que pasó estaba escrito — me dijo.
Claro que se refería a la tragedia de Ayrton Senna, pero aún no percibía ninguna conexión entre eso y el yakudoshi. Porque Ayrton había muerto con 34 años. Sin embargo, él no me dió tiempo de lanzar mi réplica y me hizo una revelación y una profecía:
—— Shi ni, 42, muerte. ¿Recuerdas?
—— Sí.
—— BUeno, Ayrton paró en la 41ª victoria, no llegó a la 42ª.
Todavía intenté argumentos con la lógica de la coincidencia pero, otra vez educado y gentil, Japa pasó la profecía.
—— No importa que llegue a la 41ª victoria. Cuando la alcance, será con una gran... ——Hizo una pausa como si buscara la palabra cierta y continuó—— ... tristeza.
Incrédulo, porque no creo en brujas, pero que las hay, hay, me acordé de Michael $chumacher, en en aquel momento con 40 victorias en su carrera, hacía cuatro carreras vivía una inexplicable fase de mala suerte. Pero $chumacher, al fin alcanzó la 41ª victoria y se igualó con Ayrton Senna. Fue en el GP de Italia de 2000, en Monza, donde la fanática hinchada italiana, los tifosi, le habían preparado una frenética recepción.
Volví a recordar el yakudoshi. Asocié la hazaña de $chummy a la fiesta que recibió de los italianos. No sabría de amigos más capaces de un homenaje tan estrepitoso y sincero como los tifosi. Por las profecías, Michael $chumacher estaba salvado, había todo el oráculo de Japa.
Realmente, el 10 de septiembre de 2000 el alemán echó el yakudosi de las victorias. Aquel día oí la voz mansa de Japa en mi oído: «El 41º triunfo, no importa de quien sea, será con gran tristeza». La victoria de $chumacher ocurrió en una Gran Premio en que seis pilotos se accidentaron violentamente luego de la segunda curva, y en el cual el mundo vió, en vivo (y con gran la gran tristeza prevista por Japa), la trágica muerte de un bombero, alcanzado por una rueda.
Quince días después, $chummy retribuyó la fiesta que los amigos de Monza le ofrecieron en la victoria en el GP de Italia, con la 42ª victoria en el GP de los Estados Unidos, en Indianápolis. Después no perdió más. Ganó el GP de Japón, el de Malasia y el tricampeonato mundial, librando a Ferrari de penitentes 21 años sin un piloto campeón.
Aún me queda la duda sobre la profesía de Japa y las coincidencias del yakudoshi y del 42 (shi ni). Pero sus cosas todavía me hacen corto con mis convicciones: ¿por qué nunca conseguí preguntarle el nombre a Japa ni nunca pensé en fotografiarlo?
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